miércoles, 3 de marzo de 2010

CAMINO DE LA CUARESMA A LA PASCUA.


CAMINO DE LA CUARESMA A LA PASCUA.

El tiempo de cuaresma es un tiempo de conversión y penitencia. Comienza el miércoles de ceniza y dura cuarenta días. Acaba cuando empieza la Semana Santa.
En la procesión del domingo de Ramos se bendicen las palmas y ramos de olivo con los que acompañamos a Jesús en su entrada triunfal en Jerusalén. Algunas palmas y ramos los guardamos para quemarlos el año siguiente. Así obtenemos la ceniza, que –después de bendecida – nos imponen al inicio de la Cuaresma, el Miércoles de Ceniza.

Nuestro trato con Dios necesita un “espacio” adecuado y un “tiempo” oportuno y concreto, “suficiente” para escuchar, a través de nuestra conciencia, su voz de Padre que corrige y consuela a la vez.
El ayuno es abstenerse de comida y bebida. Es símbolo y expresión de una renuncia a todo lo que nos impide realizar en nosotros el proyecto de Dios.
Va unido a la limosna, a ser generosos con los demás. Si ayunáramos sólo para sufrir o demostrar que somos fuertes, estaríamos desvirtuando su verdadera finalidad.

La Cuaresma es tiempo de encuentro con Dios. Tendría que ser un tiempo para “ayunar” y cambiar ciertas cosas y también para “hacer fiesta de otras.”:
Ayunar de juzgar a otros. Descubrir a Cristo que vive en ellos.
Ayunar de decir palabras hiriente. Decir palabras sanadoras.
Ayunar de egoísmo. Vivir en gratitud y compartiendo.
Ayunar de enojos. Procurar vivir con paciencia
Ayunar de pesimismo y la tristeza. Llenar de esperanza y alegría.
Ayunar de preocupaciones .Confiar más en Dios.
Ayunar de quejarse por todo. Dar gracias a Dios por las maravillas de la vida.
Ayunar de la angustia. Orar con más frecuencia.
Ayunar del rencor y del odio. Practicar el perdón.
Ayunar de darnos importancia y pensar sólo en nosotros. Ser compasivo con los demás.
Ayunar de los desalientos. Llenar de entusiasmo.
Ayunar de todo lo que separa de Jesús. Intentar vivir más cerca de ÉL.
Ayunar de las tinieblas. Celebrar la luz.

Si vivimos bien la Cuaresma, lograremos una auténtica y profunda CONVERSIÓN personal, preparándonos, de este modo, para la fiesta más grande del año: el Domingo de la Resurrección, la PASCUA, meta del tiempo de Cuaresma.

Olga Paez

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